
La seguridad del paciente no es negociable
Cuando la seguridad hospitalaria no es opcional
(aunque haya quien crea que sí)
Si hay algo más estresante que quedarse atrapado en un ascensor, es quedarse atrapado en un ascensor… dentro de un hospital. Porque en un hospital, la seguridad no es solo una casilla que se marca en una lista, es el oxígeno invisible que mantiene todo funcionando sin sobresaltos. Desde que una enfermera te ponga lo que es (y no la “sorpresita” del paciente de al lado) hasta que un cirujano no confunda tu rodilla derecha con la izquierda, todo depende de sistemas bien aceitados y de gente que vigila que esos sistemas no se oxiden.
En Centro Médico Punta Cana no nos conformamos con que las cosas “salgan bien la mayoría de las veces”. Queremos que salgan bien siempre, mi hermano. Por eso nos hemos amarrado bien los pantalones y abrazado los principios de Health Standards Organization (HSO), que básicamente vienen a decir: “No improvises con la salud ajena, pon orden en la casa y mide todo lo que haces, hasta lo que creías que hacías bien”. Sí, puede sonar un poco pesado, pero créeme, más pesado es tener que explicar por qué no había un protocolo cuando hacía falta.
Nos metimos de cabeza en un proceso de acreditación internacional porque los riesgos en salud no son como los mosquitos del Caribe: no basta con espantarlos una vez; hay que asegurarse de que no vuelvan. Eso implica revisar desde cómo se esteriliza el instrumental hasta cómo se responde a emergencias que, con suerte, no llegarán nunca… pero que, si llegan, hay que estar “ready” de una vez.
Y ahí entra mi equipo, como responsables del departamento de calidad en Grupo Rescue, con nuestra lupa metafórica (y a veces literal) revisando procedimientos, cazando riesgos y asegurándonos de que cada engranaje del sistema esté al pelo. Sí, a veces parecemos el “policía malo” del hospital, pero la verdad es que el malo no somos nosotros… son los riesgos que queremos mantener fuera de la ecuación.
Porque, al final, la seguridad hospitalaria no es un lujo ni un adorno, es la base sobre la que descansa la confianza de nuestros pacientes. Y si esa confianza está respaldada por estándares internacionales… ahí sí que podemos decir, con acento dominicano, que “tamo’ haciendo la cosa bien”.
